poblado ibéricO
LA LLOMA COMUNA
Con la construcción del parque eólico Folch I, la empresa Renomar ha estado obligada a realizar las pertinentes prospecciones arqueológicas en los yacimientos ya catalogados por la Conselleria de Cultura.
Dicha intervención ha dado como resultado el descubrimiento del “Castell de Castellfort”, consistente en varios tramos de una muralla correspondientes al perímetro defensivo del asentamiento. Este sistema se completa con el descubrimiento de la torre, antemuros y adarves exteriores. El descubrimiento se convierte en un monumento excepcional con un alto valor arqueológico y arquitectónico, situándonos en la época ibérica, aunque no se descartan fases anteriores atribuidas a la edad de bronce-hierro-antiguo.
La Lloma Comuna es un destacado yacimiento arqueológico situado en el término municipal de Castellfort, en el interior montañoso de la provincia de Castellón, a una altitud de entre 1200 y 1300 metros. Se trata de un poblado fortificado que data de la primera Edad del Hierro, alrededor del siglo VII a.C., con una superficie total de 6.000 m². Este asentamiento está estratégicamente ubicado en una zona montañosa que facilita la defensa natural, con suaves cimas como la Lloma de Folch y el Tossal d’Aguilar que rodean el lugar. Las imponentes murallas que protegían el poblado, junto a su posición elevada, refuerzan la idea de que la defensa era una prioridad para los habitantes de la Lloma Comuna. El yacimiento fue descubierto en 2005, durante los estudios de impacto ambiental previos a la construcción de parques eólicos en la región, lo que permitió sacar a la luz este fascinante asentamiento que permanecía oculto.
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https://www.castellonarqueologico.es/yacimientos/els-ports/lloma-comuna/
Las excavaciones arqueológicas realizadas entre 2005 y 2010 revelaron dos fases de ocupación claramente diferenciadas. La primera corresponde a la Edad del Hierro, donde los trabajos arqueológicos descubrieron una serie de construcciones defensivas formadas por dos grandes murallas, que delimitaban los flancos este y oeste del asentamiento. Estas murallas, de hasta 3 metros de espesor, estaban acompañadas por muros externos adicionales que reforzaban la defensa del poblado. En su interior, los arqueólogos encontraron diversas estructuras habitacionales adosadas a las murallas, con una disposición perpendicular a ellas. Este tipo de urbanismo, con habitaciones alineadas a lo largo de los muros defensivos, es típico de los asentamientos de la Edad del Hierro. Entre los materiales encontrados destacan cerámicas hechas a mano, herramientas de hierro y bronce, así como otros objetos cotidianos que reflejan el avance técnico y cultural de la época.
Durante la segunda fase de ocupación, en el periodo ibérico (siglos V y IV a.C.), el asentamiento experimentó significativas transformaciones arquitectónicas y funcionales. En esta etapa se construyeron nuevas edificaciones, entre las que destaca una gran torre defensiva en el sector sur del yacimiento, conocida como la Torre Sur. Esta torre, de planta ovoidal, fue erigida con grandes bloques de caliza y servía como punto de control y baluarte defensivo. Junto a ella se descubrieron numerosos edificios dedicados a distintas actividades, como un granero elevado, localizado en el sector oeste, que permitía almacenar el grano en condiciones óptimas gracias a su diseño, que facilitaba la ventilación y lo protegía de plagas. Además de estos descubrimientos, las excavaciones revelaron más de 45 estancias, utilizadas como viviendas, talleres y establos, lo que evidencia un asentamiento complejo y bien organizado. Los materiales asociados a esta fase incluyen cerámicas elaboradas a torno, tanto locales como importadas, y una mayor diversidad de utensilios que denotan intercambios comerciales y culturales con otras regiones.
La distribución del espacio alrededor de la torre sugiere una planificación cuidadosa, con zonas residenciales y áreas destinadas a actividades agrícolas y artesanales. La importancia de la agricultura queda reflejada en la presencia de graneros y otros edificios relacionados con el almacenamiento de alimentos. Los trabajos de excavación también han sacado a la luz objetos cotidianos, como herramientas agrícolas y utensilios de cocina, que ofrecen una visión detallada de la vida diaria en el asentamiento. Gracias a las labores de consolidación y restauración llevadas a cabo en los últimos años, el yacimiento se ha convertido en un punto de interés turístico, con un itinerario musealizado que permite a los visitantes recorrer el lugar y comprender mejor su historia.
En los últimos años, se han realizado importantes esfuerzos para la conservación y restauración de La Lloma Comuna. Después de una pausa de casi una década, los trabajos arqueológicos se reanudaron en 2020, centrándose en la limpieza del yacimiento y la consolidación de las estructuras defensivas y habitacionales. Se llevaron a cabo labores de restauración en las murallas y en la Torre Sur, excavándose por completo el interior de esta última hasta llegar a su nivel de uso original. En 2021 se completó la musealización del sector 1 del yacimiento, con la instalación de paneles interpretativos y un recorrido adaptado para visitantes. Estas intervenciones han permitido que el yacimiento sea accesible al público, ofreciéndoles una experiencia inmersiva en la vida cotidiana de este asentamiento ibérico. Los trabajos arqueológicos también continúan en los sectores 2 y 3 del yacimiento, donde se han descubierto nuevas estructuras defensivas, como una muralla norte no documentada previamente y posibles nuevas torres, lo que sigue aportando nueva información sobre la historia y la evolución del poblado a lo largo de los siglos.